Desde que llegaron al mundo del cannabis, las luces LED se han convertido en la opción más rentable, eficiente y precisa de obtener grandescosechas en interior con menor coste, una tecnología que destaca con luz propia en un mercado lleno de propuestas. Gracias a ellas, los cultivadores de marihuana tienen la oportunidad de ahorrar dinero, agua y energía, además de ser respetuosos con el medioambiente, todo ello sin tener que renunciar a cultivos de gran calidad.
Las principales ventajas de los sistemas de luz LED residen en su propio funcionamiento y características. Estas bombillas utilizan la energía que emiten sus diodos, de tal forma que no se desperdicia nada y se consigue una gran potencia.
Así, se convierten en un buen aliado para mejorar la calidad de nuestro cultivo de cannabis de diversas maneras. En primer lugar, el funcionamiento de las luces LED permite que la potencia e intensidad de la luz que emiten sea estable y sin parpadeos, evitando que la planta reciba estrés provocado por cambios lumínicos inesperados.
Por otra parte, el calor que emiten en comparación con los sistemas tradicionales es mínimo, permitiendo que el cultivador controle con mucha más facilidad la temperatura durante todo el proceso. Podrá crear así las condiciones ambientales idóneas para el correcto desarrollo de la planta.
Esta reducida irradiación de calor también permite que la marihuana no pierda sus cualidades con el paso del tiempo. Con temperaturas altas, los terpenos, compuestos aromáticos de las plantas, se volatilizan. Dado que su desaparición deja a nuestro cannabis sin sus magníficas propiedades aromáticas y gustativas, toda ayuda para conservarlos debe ser bienvenida.
Como ya hemos comentado, gracias a las luces LED también tendremos la oportunidad de tomar muchas más decisiones sobre el cultivo, e incluso elaborar una verdadera estrategia lumínica. En este sentido, la primera ventaja a destacar es su amplio espectro de colores. La luz que emiten es muy adecuada para nuestras plantas, que podrán realizar sus procesos vitales y hacer la fotosíntesis mejor que nunca. Este sistema lumínico permite usar todos los tipos de luz fundamentales para hacer de la marihuana un cultivo de calidad y sano.
Sumado a ello, manipulando los espectros de color durante las diferentes etapas del ciclo de crecimiento de nuestro cultivo podremos influir en su desarrollo. Mientras que los tonos rojos reducen el ciclo de floración acelerando la llegada de la cosecha, los azules evitan el estiramiento de la marihuana, fomentando el desarrollo de más brotes laterales y plantas más compactas y con una complexión más fuerte.
Una vez nos decidamos a dar el paso y cambiar el sistema lumínico de nuestro cultivo, debemos tener en cuenta que, para disfrutar de este gran abanico de posibilidades, no basta con comprar las luces LED. También debemos aprender a usarlas para sacar el máximo partido de ellas y garantizar la obtención de un producto de calidad.
Lo primero que debemos contemplar cuando nos decantamos por las luces LED es el consumo de agua de nuestra marihuana. Un error común es regarla en exceso. Recordemos que la iluminación tradicional genera calor, lo que contribuye a que se seque tanto el suelo como la propia planta. Ahora, dado que estas luces no generan estas altas temperaturas, debemos disminuir la cantidad de agua que suministramos a nuestro cultivo. De lo contrario, correremos el riesgo de ahogar a nuestra querida amiga.
El descenso de temperatura también genera una disminución de la evaporación. Con una menor necesidad de riego será más difícil que la marihuana se vea afectada por hongos y demás plagas, que se desarrollan sobre todo cuando la sometemos a un exceso de agua.
Ya hemos mencionado que quienes se decantan por las luces LED tienen la oportunidad de reducir el gasto en sistemas de refrigeración. Sin embargo, el descenso de la emisión de calor también tiene sus consecuencias a la inversa. Los cultivadores que, por la razón que sea, deseen mantener la temperatura de la que disfrutaban antes de cambiar de sistema lumínico, deberán generar este calor a través de otros métodos. No debemos preocuparnos, no obstante, por el gasto: gracias a su eficiencia energética, seguiremos ahorrando en cualquier caso.
Otra de las cuestiones de las que nos debemos hacer cargo es colocar los paneles de la forma adecuada. Si los situamos demasiado arriba aumentaremos el área de cobertura, pero también reduciremos la intensidad de la luz. Por contra, si los montamos demasiado bajos, la intensa proximidad de la fuente podría afectar gravemente a nuestras plantas.
Gracias a las luces LED, la distancia que debemos mantener entre la fuente lumínica y la marihuana puede reducirse hasta los 15 centímetros. Así le aportamos la cantidad de lúmenes necesaria para que pueda crecer con una gran vigorosidad. Sin superar los 50 centímetros de alejamiento, la planta pondrá a nuestra entera disposición una explosiva floración que hará las delicias de sus cultivadores.
El resultado que nos proporcionen las luces LED depende también en buena medida del método de cultivo que empleemos. Tanto el SOG como el SCROG ofrecen una respuesta magnífica siempre y cuando respetemos el margen de 50 centímetros. Eso sí, si esperamos desarrollar plantas grandes, será necesario que complementemos nuestro sistema con otro tipo de luces que iluminen las partes más bajas.
Finalmente, cabe destacar que el alivio que las luces LED supone para el bolsillo de los cultivadores también influye de manera positiva en la calidad de la planta. Nuestro gasto energético se reduce enormemente, permitiendo que podamos invertir ese dinero que nos ahorramos en otros aspectos del cuidado de la marihuana.
La larga lista de ventajas de las luces LED, sobre los sistemas tradicionales ha convencido ya a muchos cultivadores. Es cierto que la inversión inicial que requieren es algo elevada; no obstante, disfrutar de sus beneficios así como de la enorme calidad del producto final es un regalo de un valor prácticamente incalculable.
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