La planta de la marihuana abrió el camino para descubrir la importancia del sistema endocannabinoide en el cuerpo humano. Ahora, botánicos y científicos están comenzando a descubrir que los cannabinoides, psicoactivos o no, están más presentes en la naturaleza de lo que se creía.
Equinácea
Los usos medicinales de la equinácea se conocen desde tiempos antiguos. Es una planta que puede hacer de todo, desde ayudar a aliviar los síntomas del resfriado común a paliar la ansiedad, la fatiga, la artritis, las migrañas y otras dolencias. En suma, unas características muy similares a las que se dan en la marihuana y unas enfermedades para las que también se emplea esta. Resulta que algunas plantas de equinácea contienen cannabinoides llamados cannabimiméticos. No son exactamente los mismos que encontramos en la planta de la marihuana pero tienen la misma propiedad de conectar con el sistema endocannabinoide.
Los cannabinoides de la equinácea interactúan, principalmente, con los receptores CB2, responsables de la acción antinflamatoria y que ayudan a paliar el dolor. Estos receptores CB2 se encuentran en el sistema inmunitario, en particular en el bazo. El cannabinoide más famoso que activa el CB2 es el THC; sin embargo, el efecto psicoactivo de este se da al activar también el receptor CB1, que, al contrario que el CB2, se encuentra en el cerebro y en otras partes del sistema nervioso. En cualquier caso, la afinidad del THC con el CB2 es responsable de la antinflamación.
Hierba de los dientes
Esta simpática planta que crece en las selvas amazónicas del subcontinente americano siempre ha estado relacionada con lamedicina tradicional. El nombre que le dieron los nativos es ya elocuente, pues el consumo de sus hojas se asociaba a paliar el dolor de muelas. En recientes investigaciones se descubrió que los principios activos extraídos de este espécimen podían bloquear el dolor en las terminaciones nerviosas y tener usos alternativos a la anestesia. El receptor del sistema endocannabinoide que activa la hierba de los dientes o ‘paracress’, como también se la conoce, es el CB2, al igual que ocurre con la mayoría de plantas que contienen cannabinoideos no psicoactivos.
Margarita
Esta margarita que crece en los campos de Sudáfrica contiene una gran presencia de cannabigerol (CBG), uno de los cannabinoides con propiedades antinflamatorias y antidepresivas y que inhibe la actividad del neutotransmisor GABA en el cerebro, lo que reduce la ansiedad y la tensión muscular. También puede ser beneficioso en el tratamiento contra el glaucoma. De la variedad de esta margarita se ha dicho que se empleaba en rituales tradicionales para encender hogueras y ahuyentar a los espíritus, aunque no se sabe a ciencia cierta si algún componente de ella tiene efectos psicoactivos.
Hepática
Estas plantas, que clasificó el mismísimo Charles Darwin y que se llaman así o hepaticofitas por su parecido a un hígado,contienen otra versión de THC. En concreto, la variedad de hepática que crece en la remota Nueva Zelanda. Se cree que un ácido que contiene esta especie podría conectar, como el tetrahidrocannabidol, con los receptores CB1 del sistema endocannabinoide. Hasta el momento no se han confirmado indicios de que tenga efectos psicoactivos, pero la planta ha estado relacionada históricamente como remedio natural para la bronquitis así como para problemas de vejiga o de vesícula.
Cacao
Es bien sabido por los fumadores habituales que si se consume chocolate negro antes de fumar los efectos de la marihuana pueden verse incrementados. Esto es así porque el chocolate contiene una variedad de componentes que interactúan con el sistema endocannabinoide. Parecido al CBD, cannabinoide presente en la marihuana que no tiene consecuencias psicoactivas, el chocolate interactúa con ciertas enzimas del cuerpo humano, en particular con la FAAH. Esta enzima es la responsable de liberar un cannabinoide que produce el cuerpo humano de manera natural, la anandamida. Al comer chocolate, la citada enzima se desbloquea, llevando así al endocanabinoide los efectos placenteros que se asocian tradicionalmente al consumo de este alimento.
Pimienta negra
Algunas variedades de la marihuana, como la Hash Plant, tienen un aroma a pimienta. Se debe a que contienen un terpeno (molécula responsable del sabor y olor de las plantas) que, como no podía ser de otra manera, también se halla en la planta de la pimienta negra. De dicho terpeno, el BCP, se ha descubierto recientemente que funciona como un cannabinoide. Y, como la mayoría de las plantas citadas aquí, tiene conexiones con el receptor CB2. Existen investigaciones recientes que unen ese y otros terpenos presentes en la canela o el orégano con virtudes antinflamatorias y que concluyen que podían ser empleados para el tratamiento de enfermedades como la osteoporosis o la artritis.
Estas plantas son ejemplos de las similitudes entre la del cannabis y otras especies del mundo vegetal, pero los científicos continúan con sus investigaciones. Sobre todo con las que pudieran conectar con el CB2 y desatar los efectos paliativos de esta combinación. No son las únicas: la familia de las apiales, en la que se encuentran la zanahoria, el hinojo o el perejil, tiene también conexiones con el CB1. Las zanahorias, en particular, contienen falcarinol, del que se cree que interactúa con ambos receptores del sistema endocannabinoide, aunque sus efectos tienen que ser estudiados todavía en detalle para saber las coincidencias entre el cannabis y la zanahoria.
Las familias de los cítricos, de la mostaza o del brócoli también tienen componentes de los que se ha concluido que pueden conectar con el CB2, alguno de ellos con la potencia presente en el THC, pero sus efectos todavía no están probados, al igual que ocurre con algunas variedades de la planta del té. El futuro y las investigaciones científicas nos permitirán descubrir hasta dónde llega el gran mundo de los cannabinoides, tan presentes en nuestra vida como las plantas que nos rodean.
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